El coronel tacneño Marcelino Varela barrios formo parte de
esa elite inmortal de oficiales que hizo suya la respuesta del coronel
francisco Bolognesi al ultimátum de los invasores chilenos, de no rendir Arica
y luchar hasta quemar el último cartucho. En esta gesta le correspondió estar
al frente de la defensa de la batería este, por donde se concentró el mayor
poder de fuego de los invasores y que se convertiría en determinante para
derrotar a los patriotas.
Varela era militar de carrera, había elegido la carrera de
las armas a los 18 años de edad y tuvo su bautizo de fuego en el combate contra
los españoles el 2 de mayo de 1866 en el callao. Más tarde se vio involucrado,
antes de la invasión chilena, en el combate naval de pacocha que sostuvo el Huáscar
tomado por Nicolás de Piérola contra dos cruceros ingleses.
La certeza de que el enemigo atacaría por el frente este,
cuya defensa seria encargada de Varela, la tuvo el propio Varela en la víspera
del 07 de junio de 1880, fecha del asalto al morro de Arica, cuando en horas de
la tarde llego al fuerte ciudadela de Arica el ingeniero Teodoro elmore, que
había sido hecho prisionero por los invasores, luego de que fue sorprendido
colocando un tendido eléctrico de minas para defender el morro y liberado para
que pida de nuevo a Bolognesi la rendición de la plaza.
Bolognesi lo rechazo como parlamentario por no reunir la
formalidad del caso y al retirarse de retornó a la base chilena, le hizo saber
a Varela que lo condujo hasta la salida del fuerte, que los invasores atacarían
por el este.
En el este
Los invasores sabían que una victoria de los sitiados era
imposible porque no habían recibido los refuerzos de los cuatro mil soldados
que se hallaban en Arequipa al mando del coronel segundo Leiva, un pierolista
que se negó a sumarse a la defensa de Arica, al parecer por orden del propio Piérola
que odiaba a los jefes del ejército del sur porque criticaban su conducta político golpista y de ineficiencia.
E igualmente carecían de parque militar suficiente para una resistencia
prolongada.
El coronel chileno lagos no tiene ninguna duda de que el
ataque inicial debe centralizarse sobre las baterías “este”, cuya defensa estaba a cargo de Varela y “Ciudadela, defendida por el coronel Justo Arias Araguez, respectivamente,
considerados como los mejores puntos para el ataque”.
El desplazamiento de sus tropas comienza a las 7 de la noche
del domingo 6 de junio de 1880 con la partida de los regimientos “No 3” y “No
4”y el “Buin 1° de línea como reserva”,
disponiendo que el regimiento “No 3” atacara la batería “Ciudadela” y el
regimiento “No 4” la batería “Este”.
El enemigo llego a sumar, para atacar estos frentes, unos
7000 soldados o 10,000 como dice el historiador chileno Vicuña Mackenna, para
doblegar la tenaz resistencia de los 2,000 defensores; de los cuales solo 1,600
eran combatientes.
La batalla
“Los Artesanos de Tacna”, al mando de Varela, fueron los
primeros en descubrir, en el claro oscuro de la madrugada, la presencia del
enemigo que se deslizaba como una mancha negra a una distancia de 700 a 800
metros y por el alcance de los rifles peruanos Peabody.
El subteniente peruano Dionisio Vildoso, integrante de la
plana mayor del “Artesanos de Tacna”, que comandaba Varela, ha narrado que a la
una de la mañana del 7 de junio apareció el coronel Marcelino Varela ante la
primera batería del Este, en el cerro Gordo, a informar a los capitanes que el
asalto era en la madrugada, o sea en las horas siguientes.
Varela, como jefe del Batallón de Artesanos de Tacna N° 27,
encargado de la defensa de la batería, ordeno que las compañías 1, 2 y 3
quedaran dentro y las 4, 5 y 6 salieran para impedir que los acorralaran. Una
vez afuera, las tres compañías se desplegaron en guerrilla desde la puerta de
la batería hasta el primer parapeto localizado entre el fuerte y el cerro Gordo
y esperar cada uno en su puesto la llegada del enemigo.
La situación era muy tensa, los peruanos esperaban el ataque
en cualquier momento. A las cinco de la mañana del 7 de junio empezó la
arrolladora ofensiva chilena contra el Este, conforme a los planes invasores.
Titanes
Los defensores del fuerte del “Este”, jefaturados por
Varela, recibieron a la oleada de atacantes con un recio fuego de artillería de
fusilería. Los atacantes del 3° de Línea son contenidos por la fuerza peruana,
ante lo cual ingresan al combate los del 4° de Línea, quienes rompen la cortina
de fuego peruano y obligan a sus defensores a replegarse hasta el Cerro Gordo.
Entre los caídos se cuentan por lo menos 70 defensores, entre ellos el coronel
José Joaquín Inclán.
En cerro Gordo la resistencia fue insostenible y la retirada
continúo hasta la planicie del Morro. El capitán de navío Guillermo More al ver
la imposibilidad de usar sus cañones, ordeno a los artilleros del Morro acudir
en ayuda a los “Artesanos de Tacna”.
En momentos en que los chilenos dominaban la resistencia en
Cerro Gordo, aparece medio batallón Iquique con su jefe a la cabeza, el
teniente coronel argentino Roque Sáenz Peña, quien recibió un balazo en el
brazo derecho, pero siguió luchando frente a su tropa. A su izquierda ascendió
la mitad del batallón “Tarapacá” con su jefe el teniente coronel ramón Zavala.
En la retirada y al ascender hacia el morro, Varela fue
gravemente herido de un balazo en la clavícula, y casi a la fuerza fue retirado
por los suyos de la zona de combate.
Malherido
Muy malherido, fue conducido a su domicilio en la calle San
marcos, donde fue atendido de emergencia y se creía que no iba a sobrevivir por
la abundante hemorragia. Los historiadores dan cuenta que a su casa llego la
partida de invasores a exigirle dinero a cambio de su vida y se libró de una
muerte segura gracias a que aparecieron tres oficiales chilenos, que lo
hicieron prisionero y enviaron en confinamiento a San Bernardo (Santiago de Chile).
Meses después fue liberado y retorno al Perú, quedándose en Tacna, desde donde
elevo el parte de guerra respectivo, fechado el 10 de agosto de 1880.
El gobierno del vicepresidente Lizardo montero, con sede en
Arequipa, lo ascendió a coronel efectivo en 1883. Fue senador en el congreso
instalado en Arequipa y voto en contra de la sesión de Tarapacá a chile,
durante la sesión secreta del 19 de junio de 1883. Las secuelas de sus heridas
de guerra lo llevaron finalmente a la muerte el 15 de julio de 1889.
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